El terrorismo contemporáneo no es un fenómeno ancestral, irracional y oriental. Tampoco es una reacción fanática de las religiones que reivindican una sociedad atrasada frente a las sociedades desarrolladas del primer mundo. El terrorismo actual es un fenómeno plenamente moderno: uno de los peores engendros de la sociedad moderna, dotado de una planificación racional de objetivos. Una interpretación capciosa de la religión islámica dota al terrorismo de una proyección universal entre la numerosa audiencia de descontentos con el poderío de esa potencia difusa que conocemos como el Occidente desarrollado. Al Qaeda no duda en presentar su guerra con Occidente como una «guerra sin cuartel» hasta eliminar a los cristianos infieles y someter al mundo al Islam. Mientras tanto, en similar sentido conflictual, la campaña teórica de Samuel Huntington por todo el planeta, responde con un paradigma postguerra fría capaz de inflamar el conflicto internacional en un sentido no menos beligerante con anti-Occidente que el empleado por los imanes radicales. Como ha señalado Amartya Sen, al priorizar de esta forma la identidad religiosa, la respuesta de Occidente al terrorismo internacional como «terrorismo islámico» es muy torpe pues se magnifica la importancia de las autoridades religiosas en detrimento de los cauces gubernativos en la resolución de los problemas.
Sauquillo, J (2012). Racionalidad del terror. Isegoría, (46), pp. 125-150